Grandes ciudades como Madrid y Barcelona, pero también ciudades medianas con un gran atractivo turístico como Málaga, Valencia o la isla de Ibiza al completo se han convertido en el paradigma de un problema de nuevo cuño que no logra extirparse…, el de los pisos turísticos de alquiler.
Si hace unos años nos hubieran dicho que la afluencia de este tipo de inmuebles y de su actividad iba a suponer un gran problema, no nos lo hubiéramos creído, pero el caso es que así es, un gran problema para los ayuntamientos, para los vecinos, para la economía del lugar y para el nivel de vida en un barrio concreto o en una urbe completa.
Las causas del problema
La proliferación de plataformas tecnológicas que nos permiten alquilar una casa de particular a particular de forma rápida, muy sencilla y sin tener que responder legalmente por esa actividad (y con “legalmente” nos referimos a dar de alta la casa como vivienda de uso turístico, habilitar las medidas de seguridad pertinentes, pagar los impuestos correspondientes, etc.) ha motivado un incremento sin precedentes en el número de pisos turísticos de alquiler, como hemos comentado, en determinadas zonas del país.
Pero no solo eso, el gran problema radica en que la mayoría de estos pisos recaen en muy pocas manos, es decir, ciertas personas se dedican a adquirir viviendas a un módico coste (incluso se hacen con edificios enteros) para alquilarlas después a precios desorbitados como casas vacacionales y hacer de ello un medio de vida muy lucrativo. Se trata de propietarios experimentados en busca de beneficios muy altos y rápidos, y ¿cómo los obtienen? Poniendo estas viviendas al servicio de turistas extranjeros con un alto poder adquisitivo y dispuestos a pagar hasta 1.500 euros por una semana de alquiler en sus vacaciones.
Las consecuencias
Las consecuencias de carácter negativo derivadas de esta nueva moda son abrumadoras, desde la escasez de oferta de vivienda para alquiler habitual o incluso para compra, a la transformación de barrios completos en prejuicio de sus actuales vecinos.
Y es que, en las zonas donde este suceso es desmesurado (cada vez son más), la calma y la tranquilidad dejan de existir (sobre todo cuando el turista medio es un joven extranjero en busca de fiesta), los comercios habituales como carnicerías, farmacias, etc., acaban por echar el cierre a favor de restaurantes y tiendas de moda, servicios a la ciudadanía como guarderías o academias también huyen, y la convivencia se torna harto difícil para quienes viven de continuo en la zona.
Toda esta inestabilidad y merma en la calidad de vida de los vecinos, unido al incremento desorbitado de los precios del alquiler, expulsa a los antiguos inquilinos hacia lugares más tranquilos y económicos, de hecho, muchos se han visto obligados a solicitar microcréditos para conseguir dinero rápido y poder hacer frente al alquiler mensual hasta encontrar un nuevo emplazamiento.
En CréditoSí ofrecemos este tipo de soluciones a través de minicréditos disponibles en 24 horas de hasta 1.000 euros para quienes se encuentran en esta situación, al menos, conseguirás el apoyo necesario para resistir un mes más hasta encontrar un nuevo piso en régimen de alquiler habitual por un precio razonable.